jueves, 21 de febrero de 2013

0016

000:006:123:568.Valles de tundra discurrieron bajo la mirada de HUUT. Volaba siguiendo la nieve: aquella extraña formación fractal de agua tenía que estar relacionada con la fuente, debía existir una conexión entre el código y su objetividad. ¿Por qué estoy en este onigrama con el traje de mantenimiento? Era una pregunta que no se había planteado hasta entonces, y lo insólito de la situación le produjo un malestar irracional. Deben quererme con vida, buscan datos sobre la nanobótica de Tesla y este es mi presidio, pero... ¿qué sentido tiene hacer una celda tan elaborada?
Accediendo a mi inyectable lo saben todo de mi, soy programadora de forma... mi ADN... la nanobótica de Control Central reacciona con los operarios de Mantenimiento, controlando mi cuerpo podrán llegar físicamente a Tesla. En este onigrama son tantos los patrones, tantas las variables... la forma de la fuente tiene una clave para generar el código, esa clave podría estar oculta de millones de maneras. Esto es un planeta, tengo todo un mundo donde buscar, lo que convierte esta realidad en una prisión.
Los nutrientes de la armadura sólo durarán 3 ciclos, ese es el tiempo límite, a partir de entonces tendré que desconectar el dolor, el hambre y la sed, eso me dará un par de ciclos más. La fatalidad de la situación no le produjo ningún atisbo de temor. Simplemente era un hecho empírico que aceptaba, no podía comer ni beber, todo estaba contaminado por virus, bacterias, diminutos insectos, y toda suerte de vida proterozoica.
000:013:778:990. Mantenía una velocidad subsónica constante de 125.000001 metros por segundo a unos cinco kilómetros de altura, el máximo que le permitía la configuración de mantenimiento de la armadura. Pensó en reprogramarla para poder cambiar dicha configuración a algo más adaptado a su situación, pero el tiempo era vital, y sin las datomemorias de Tesla, tardaría demasiado en diseñar un prototipo viable. Ella programaba en forma, no en contenido, tendría que encontrar modelos que imitar en aquel onigrama. Aun no sabiendo cuánto tiempo iba a permanecer allí le parecía del todo ineficiente simplemente esperar, si es que existía una escapatoria. Su educado instinto le azotaba la razón con vehemencia, era una necesidad, casi una adicción. Aunque contaba con inhibidores emocionales haciendo frente al miedo, la ansiedad se cernía sobre su psique por no poder dar con una respuesta correcta al enigma que se le planteaba en aquel lugar. La exhaustiva especialización le impedía ser más imaginativa sin ser consciente de ello. Por otra parte, se sabía capaz de manejar el código del onigrama para no sólo controlarlo, sino sonsacar información de sus líneas compositivas. Priorizó sus esfuerzos en la búsqueda de la clave del código. Si su suposición era correcta, iba por buen camino, ahora sobrevolaba una inmensa llanura de nácar, cada vez se acercaba más al polo norte del supuesto planeta, y por tanto, el paisaje cada vez era más nevado, regado con el anaranjado violeta del ocaso. Sin embargo, para HUUT no existía otro cambio visual salvo los datos sobre la frecuencia cromática exterior.
000:025:098:156. Noche cerrada, dejando atrás el helado desierto avistó una camino artificial, negro, con lineas blancas en los bordes, y líneas discontinuas en el centro. Decidió seguirlo. No pudo alegrarse por el hallazgo, pero al menos su desasosiego comenzó a calmarse, sus sospechas y cálculos parecían no ser erróneos. Decidió volar a menor altura, con un kilómetro sería suficiente. La carretera se bifurcaba dando lugar a pequeñas edificaciones ruinosas; restos de naves industriales; vallas rotas enroscadas cubiertas de óxido; algunos artefactos metálicos provistos de ruedas desinfladas, carcomidos por el tiempo y el oxígeno; haciendo testimonio del rancio abandono que lo dominaba todo. Comenzó el descenso, aterrizó en lo que parecía la calle principal de un núcleo formado por edificaciones adosadas, que se sustentaban entre si por sus propios escombros. Había postes de metal cuyo extremo se curvaba acabados en una especie se cabeza compuesta por cristales rotos, otras estaban decapitadas.
Por doquier habían señales, carteles, y hojas de papel impresas con símbolos que no entendía. Pero aún no entendiendo, era con lo que más estaba familiarizada, la escritura es código, y si de algo sabía HUUT, era de manejar código. Comenzó haciendo una copia de cada uno de los símbolos que tenía a su alrededor, contó cincuenta y siete símbolos diferentes, desechó lo que en contexto le parecían iconos no relacionados con las combinaciones de símbolos: le quedaron cuarenta y tres símbolos, aisló diez de ellos, la particular forma de éstos le indujo a pensar que se trataba de cantidades, números. Ahora tenía ante ella los componentes de la escritura, los cuales se convirtieron en un conglomerado colorista, ligero, e informe, que definía información a la misma velocidad que la capacidad de reacción del lector, el cromático. Sólo treinta y tres símbolos y diez para cantidades, demasiado simple, esta no es la clave, pero necesito toda la información que pueda recavar. El inyectable trabajó en ello unas décimas de segundo. Hecho... ¡umh! Demasiados contenidos desconocidos... leyó:OCDER, Стремление к будущему“; al instante se materializaba en su mente: “OCDER, COMPROMETIDOS CON EL FUTURO”. Se acercó, mientras mensajes de toda índole eran registrados por ella, a una de las moles desvencijadas que se encontraban al borde del asfalto. Vehículos con ruedas, una prueba más – aunque las nociones de historia de HUUT eran harto limitadas, sabía que existieron vehículos humanos provistos de estos dispositivos de locomoción. Parece la época de los antiguos capitalismos. Sin datomemorias sólo puedo especular. Estas máquinas tienen un diseño demasiado primitivo e ineficiente como para usarlo de modelo en el bloque nanobótico. Todo es tan viejo... tan blanco... y tan frío...

0015

Arrancó una brizna de hierba, hizo zoom por donde se había roto la estructura de la misma. Sencillamente impresionante, observó detenidamente la curvinervada hoja, larga y frágil, con el borde sutilmente dentado, estaba también repleta de minúscula vida, así como la superficie de la armadura. No supo identificar nada sobre su taxonomía, y aunque hubiese podido entrar en la base de datos de Tesla, de poco le serviría, pero algo era innegable, estaban vivos. No te dejes engañar, todo esto es inusual de forma deliberada, sigues dentro de la nave, sedada e intervenida. No es más que una trampa. Dejó que la brizna se le escurriera entre los dedos e intentó conexionar de nuevo con los canales independientes del satélite. Como imaginó, no obtuvo resultado alguno. Dio un paso, la armadura registró el sonido de un “crack” bajo su pie, un pobre caracol fue su inesperada víctima. Debatiéndose entre el asco y la fascinación, se quedó durante un rato mirándolo. Es como los parásitos de las datomemorias, tiene sentido, un sueño simbionte de un ataque simbionte. Concéntrate en salir... ¿dónde estará la fuente que gobierna este onigrama? . Puso un cronómetro virtualizado en la superficie del antebrazo izquierdo de la armadura. 000:000:000:357 fue lo que vio por el rabillo del ojo al apartar la vista. El tiempo es importante. Si esto fuera un sueño normal habrían pasado varios centenares de periodos, pero esto no es éxtasis, el tiempo discurre en el otro lado mientras estoy aquí. Tengo que averiguar de qué forma lo hace. Tras el centelleo que eran sus pensamientos, despegó.

0014

La luz lo inundó todo, cuando la intensidad se relajó, HUUT se vio envuelta en lo que parecía vapor de agua, una nube. La atravesó a toda velocidad, y cuando lo hizo, un valle salpicado de arboledas con aspecto perenne, y más lejos, majestuosas montañas horadaban la superficie de un cielo como nunca ella había conocido. Era como en un sueño, y eso era precisamente, un sueño. Decidió que ya era suficiente, desconectaría el inyectable, de hecho lo estaba intentando, pero le fue imposible. Pensó que aquello formaba parte de la intervención. Era la peor emergencia que el satélite militar hubiera experimentado, nunca en toda su historia, había sido intervenida, no sólo la IA, sino todo lo que estuviera en línea con ella. ¿Tan mal va la guerra contra los parásitos? Todo será más fácil desde el suelo, pensó sin mucha convicción. Unió los brazos al cuerpo y descendió en picado. Hizo un elegante aterrizaje sobre una meseta natural, y empezó a recopilar datos útiles: composición del aire, gravedad, temperatura, etcétera. Ahora sí tenía lecturas de los sensores de la armadura. Leyó esos datos mientras oteaba el horizonte: árboles puntiagudos de un verde oscuro desafiaban la superficie del aire (ahora sabía que lo que le rodeaba era aire). La hierba se erguía fresca y saludable allá donde no hubiera un arbusto o una roca. El horizonte estaba amurallado por una serie de cordilleras dentadas de diferentes tamaños, coronadas por nubes ciclópeas que dejaban caer algo blanco que no supo distinguir qué era. La lectura del traje le decía que era agua, pero nunca había visto agua en ese estado. HUUT se maravilló de la mente que fue capaz de programar un onigrama con aquel detalle, la estabilidad de la escena no tenía parangón.Vio una bandada de seres voladores, pequeños, que emitían sonidos agudos. Registró con la armadura uno de ellos: armónicos senoidales, de entre cuatro mil y cinco mil hercios en las frecuencias más audibles, según pudo ver en el análisis de espectro. Aunque la composición del aire resultaba respirable decidió no retraer el casco del traje, existían demasiados microorganismos en él, algo que la maravilló aún más, pues era extremadamente difícil haber diseñado un aire con un nivel de meticulosidad tan extremo. Realmente no temía morir en un sueño de características normales, en esos casos se pasaba al limbo onírico y se cambiaba de sueño, pero aquello era especial, no sabía si la intervención pretendía matarla desde el inyectable, la cual no era una muerte física, sino que desembocaba en un coma indefinido. Sucedió durante los primeros pasos de la tecnología del éxtasis.

0013

- ¿Preboste Cesio? En ochenta y siete segundos podrá moverse, la gravedad llegará en doscientos quince.
- De acuer... – fue la respuesta de Azul, pero no terminó de percibir el mensaje, porque en ese momento todo lo que sentía se nubló y mezcló. HUUT percibió esas formas que se vislumbran cuando, con lo ojos cerrados, se aprietan los globos oculares, el sonido se mezcló con algo parecido al ruido rosa, toda su piel comenzó a experimentar hormigueo, intenso y recalcitrante, los músculos del cuerpo se le durmieron. Cuando se estrelló con una pared en pleno vuelo a través del pasillo ni lo notó. Algo o alguien está interviniendo los inyectables, pensó al instante, estaba más familiarizada con ellos que con su propio cuerpo. Se halló suspendida sobre un mar de arena, de un color rojo intenso, con brillos submetálicos y superficie lisa, con una peculiar textura mate, y el cielo: naranja claro, sin nubes de ningún tipo, sin un astro visible que proporcionara la extraña luz que lo bañaba todo, y todo era el desierto. Continuó el vertiginoso descenso, o al menos eso notaba, aunque visualmente no percibiera cómo se aproximaba a aquella superficie. A pesar del traje de mantenimiento, oía el murmullo del “aire” contra el casco. HUUT era inteligente, pudo suponer que aquello formaba parte de la intervención a su ordenador, aunque lo extraño, fue que era incapaz de asociar aquello como un onígrama, sentía que era real. El hormigueo desapareció paulatinamente, podía moverse, notaba la resistencia de la atmósfera sobre el traje, caía, ahora estaba segura. Pero no sintió temor por la caída, eso no le importaba, su extrema racionalidad le pedía una respuesta empírica sobre los hechos. Lo que le preocupaba era lo que estaría pasando al otro lado de la consciencia, o lo que ella recordaba como la realidad. Muchas preguntas la asaltaron en aquel momento, casi todas las respuestas tenían como denominador común el desastre. Intentó conectar los propulsores de la armadura, no recordaba cuándo los había desconectado, éstos se pusieron en marcha. Por poco real que fuera aquello, era de sentido común estabilizarse aunque sólo fuera por comodidad. Logró sostenerse en vertical, la sacudida por la desaceleración le provocó un pequeño mareo, pero lo soportó con experto estoicismo, seguía cayendo, pero de una forma controlada. Como suponía, ninguna de las lecturas de los sensores del traje le reveló nada sobre aquel lugar, ni tan siquiera a la altura a la que se encontraba con respecto al supuesto suelo, lo que le confirmó su naturaleza virtual.

0012

Año materno 27564, Sección de Control Central, Satélite militar Tesla de la Corporación Purificadora Humana, grieta de la estrella S4356.


HUUT programaba, no como lo haría cualquier ser humano, lo hacía como si hubiera nacido para ello, y en cierta manera, era así. Era de los denominados “frutos”: personas diseñadas y cultivadas en las “fábricas madre”, criadas en cubas de nutrientes, a las que se les inyectaba información, y se las entrenaba en el éxtasis. Aunque olvidaban lo que sucedía durante el entrenamiento, las habilidades adquiridas perduraban en sus mentes, su diseño así lo permitía. A efectos generales eran humanos con plena naturalidad. Ella llevaba cerca de quinientos años en la onírica, y supo al instante que el hecho de encontrarse en la realidad no era bueno, nada bueno. Con la diligencia de una abeja trazaba el conexionado y los espacios que formarían la configuración del satélite, hasta que lograran recuperar a Tesla. No trabajaba sola, con ella se encontraban JOFS 33 – 49, LOAS 15 – 88, y PEUY 70 – 14. Frutos también. Cuando el mapa estuvo terminado, cosa que no les llevó más de mil doscientos segundos, HUUT lo introdujo en el sistema. Las paredes de la sala del Control Central comenzaron a horadarse formando pasillos, similar a la construcción de un hormiguero con una velocidad vertiginosa. La primera parte del protocolo se estaba llevando a cabo. En unos centenares de segundos todo el satélite estaría físicamente comunicado. JOFS comenzó a dar instrucciones a los operarios de mantenimiento, varios centenares, deberían hacer las comprobaciones pertinentes para asegurar que todo el mapa se había creado según lo estipulado. Usando la propulsión de las armaduras marcharon cual enjambre de himenópteros verdes, una vez llegaran a la sección de Navegación, instaurarían de nuevo la gravedad en el satélite.
Sin mediar palabra, los cuatro programadores se pusieron rumbo a la sección que albergaba la IA. Recorrieron varios kilómetros de pulido laberinto, la segunda parte del protocolo sucedía según lo previsto. Un procedimiento que todos los frutos tenían asimilado de forma casi instintiva. Procuró memorizar los pormenores del mapa, además de crear caminos habituales para los deslizadores de transporte y peatones, se hizo una red subsidiaria de conductos para que el enjambre de operarios pudiera desplazarse con mayor fluidez.

0011

Azul decidió salir del laboratorio, estaba de mal humor y contemplar el espacio le sentaba bien, puso rumbo a un observatorio. Necesitaba ordenar sus ideas. La relación con el almirante no se podía decir que fuera fluida. No le importaba, Luar le puso en antecedentes sobre su tozudez. Caminaba por el pasillo, sin ninguna prisa, la linea verde indicaba el camino. En los momentos en los que se desplazaba por el satélite no podía evitar sentir desolación. En ese momento, creyó, sólo ella, el almirante, y los pilotos, eran las únicas personas conscientes. Se sentía en el interior de un gigantesco cementerio que paradojicamente estaba vivo, una ciudad autoconsciente que se creaba a si misma en cada instante gracias a los trillones de trillones de nanobots que la componían, sus células. Se curaba cuando estaba herida, y se alimentaba cuando estaba hambrienta. ¿Qué sentido tiene esta guerra? ¿Acaso este ser mecánico es diferente a cualquier viajante? ¿Acaso nosotros no dependemos de ellos para viajar y hacer lo que hacemos? En ese momento recordó el accidente, se tocó el hombro izquierdo, como si de alguna forma sintiera aquella parte perdida. Ensimismada y cabizbaja, siguió como un autómata la ruta trazada por Tesla, sin mirar hacia ninguna parte, de hecho, andando sin más podría llegar a cualquier destino. Notó un golpe en la cabeza, había chocado con la pared (¡...!) tras el choque sus pies se despegaron del suelo, se quedó suspendida en el aire ¿Qué? Esto es imposible, se hizo la oscuridad. Automáticamente volvió a ver, el inyectable virtualizó el prisma donde estaba atrapada.
-Tesla ¿qué ha pasado? ¿Tesla? - No obtuvo respuesta.
Actividad computacional: 0%. Canal 660098783321666550101342: puerto abierto: comunicación no segura: Aceptar? Azul abrió el canal. Frente a ella se materializó una persona sin definición sexual, a causa del traje protector usado por el personal de mantenimiento: una armadura de placas de líneas estilizadas pero de gran volumen. Su color verde indicaba que pertenecía a la sección: Control Central.
- Preboste Cesio, HUUT 19 – 47 informando: la nanobótica del satélite está inutilizada debido a un fallo general en la inteligencia artificial Tesla, tenemos su ubicación, he mandado un equipo de la división de control en su busca. Llegaremos antes de que se quede sin aire respirable, aun así, es recomendable que no realice ningún esfuerzo.
- ¿Qué tipo de fallo? Sé más específica - inquirió Azul, muy nerviosa.
- Simplemente, Tesla no está, es decir... está inactiva, pensamos que tiene que ver con la sonda que trajimos de la grieta, algún tipo de infección...
- ¿La abrieron? - la interrumpió - ¿Hicieron algo con ella? ¿notaron actividad al traerla? ¿algo? - Azul inspiró profundamente, no hagas eso, o te quedarás sin aire.
- No a todo, preboste. Seguridad está investigando, se activó de forma automática, por lo pronto, la sonda está en cuarentena dentro de uno de los hangares de carga, el A0076 – aquello no la tranquilizó en absoluto – de todas formas, hasta que no terminemos de cargar el mapa fijo en Control Central no podremos llegar más lejos, la parada nanobótica de seguridad a asilado las zonas dependientes de la IA. La tripulación parece estar en condiciones normales, todo el personal militar, mantenimiento, científico y de seguridad ha despertado – el cromático centelleaba entre las dos mujeres, como una pompa de jabón hecha de plasma eléctrico.
- ¿Y el almirante?
- Está en modo manual, estamos en alerta máxima y dudo que pueda dialogar con él en estos momentos, preboste. Dejaré este canal abierto para que pueda comunicarse conmigo, no tardaremos. Ahora, si me disculpa...
- Sí, sí, tienes trabajo que hacer.
Flotando y atrapada como un junapo... vaya forma de morir. ¿Cómo se llamaban aquellas cajas para muertos de la antigüedad ? ¿atudes?¿atades? En fin, esfuérzate mutante, veamos quién está despierto y qué puedes averiguar...

0010

Frío, ese frío que le deja a uno los pies con la sensación de hormigueo cuando se meten en agua caliente. El bello de la piel se le erizó como las espinas de un cactus. La cámara de éxtasis se mantuvo estanca durante el tiempo que duró el diagnóstico médico. Todo funcionaba según lo previsto, el implante que cubría casi la totalidad del lado izquierdo de su cuerpo no generó ningún error. Estaba fabricado con sus propios genes, se cultivó un ser a su imagen y semejanza para la ocasión. Fue caro, muy caro, pero valió la pena, no podía arriesgarse a los implantes del Sínodo, hubiera quedado asimilada y no le habrían dejado continuar con su investigación, al menos, no para su propósito. Recordaba el accidente con rencor, el rencor que se siente por uno mismo al saberse negligente en la situación más estúpida. Desde el día de la intervención sabía que estaría estigmatizada para siempre, ya que durante el preoperatorio, se hizo pública su condición de telépata. Como era de suponer, pasó por un calvario legal con la CPH, hasta que se pudo demostrar su lealtad. Durante un tiempo deseó marcharse al Sínodo, pero amaba demasiado lo que le ofrecía la humanidad como para dejarse llevar por la misantropía. Antes de desfallecer tuvo la suerte de conocer a Luar Hikka, supo que estaba muy interesada en ella, y viceversa, ya que sus habilidades psíquicas no funcionaban con la portavoz.
La puerta de la cámara se abrió con su característico siseo, agradeció el calor del aire inodoro en permanente temperatura del satélite. Ante ella, Mikael Barrs la miraba, o intuía que lo hacía, a través de sus gafas oscuras, estaba demasiado exhausta como para meterse en la mente de aquel golem humano. Además, ya sabía a qué venía, Azul era de las pocas personas que era capaz de mantener la consciencia dentro del éxtasis, hacerlo producía un tipo de psicosis denominada onírica sin retorno, con obvios resultados. Por tanto, antes de entrar en él era necesaria la sedación. Durante su tiempo en la cámara, antes del sueño húmedo, tuvo acceso (vía inyectable) a los datos registrados por los sensores de Tesla. Tendría que darle las malas noticias al almirante, no tenía ni idea de lo que había cruzado por la grieta. ¿Un niño? No seas infra, no le digas nada, no hace falta que sepa que puedo trabajar soñando. Salió de la cámara y se recompuso como pudo.
- Le pongo al corriente... - le dijo Barrs sin rodeos.
- ¿Que tal un: concordias, preboste? - el almirante soltó un respingo, pero se contuvo ante la impertinencia – discúlpeme, póngame al corriente.
La historia le supo a “déjà vu”, escuchó con sorpresa disimulada; aunque era una mediocre actuación; fue suficiente como para que el almirante no lo notara. No necesitaba su poder para percibir su obsesión y desasosiego. Y era comprensible, tampoco ella: una de las científicas afines a la CPH mejor versadas en morfología simbionte, sabía nada de las características de aquello, si es que existía algún aquello. Parece que no se trata ni de nuevos especímenes del Sínodo, ni de nuestro amado almirante. ¿A qué estás jugando Luar? Una asociación de ideas la intranquilizó.
- ¿Alguna idea sobre a lo que nos enfrentamos?
- Pues sin más pruebas que una detección subespacial, diría que a nada. No es la trampa que esperábamos – a Azul le costaba usar la voz, era de esas personas que estaba perdiendo la costumbre por el uso del cromático – durante mi investigación he visto todo tipo de viajantes, como los llaman ellos, y no sé de ningún camuflaje que escape al sistema de detección de este satélite. Mika... perdón, almirante: debe asumir que no se trata de nada más que un error de las sondas... algo que no percibe el sistema de fallos interno. Creo que debería sustituirlas e inspeccionarlas físicamente.
- Ya lo he ordenado.
- ¿Y me despierta sólo para esto? ¿Para asegurarse de algo que sabe de antemano?
- La sacaré de su querido éxtasis para cada cosa que necesite, aunque supongo que ya sabía todo esto en el momento que la desperté, no he olvidado quién es y qué es lo que hace – esta mole me teme, pues que siga temiéndome - pensó la preboste.
- De todas formas es mi obligación asegurarme, debería saberlo, aunque lo sepa ya ¿cierto? - Azul obvió la pulla.
- Puede volver a su mundo de fantasía, el personal militar permanecerá a la espera de nuevas incidencias. Se nos ha escapado un convoy por una falsa alarma, intolerable – no soportaba tenerla delante por más tiempo, pero el protocolo le obligaba a tener ese tipo de conversaciones en persona.
Scaro infra ibnue” maldijo Azul para sus adentros. Barrs se marchó del laboratorio, una estancia diáfana, negra y de forma piramidal salpicada por las consabidas consolas flotantes, y por los perennes ventanucos de las cápsulas, donde las miles de personas que componían el elenco científico, disfrutaban de la parada temporal que proporcionaba el éxtasis, salvo sus mentes, debidamente conectadas a la inteligencia artificial Tesla; en linea con sus inyectables. Onigramas para disfrutar del tiempo fuera del tiempo, ahora eran sus ordenadores los que interaccionaban: sueños compartidos, fantasías personales, aventuras sin precedentes, héroes y villanos de diferentes épocas, o de épocas que nunca existieron y nunca existirán, concentrados en una inocente inconsciencia mental. Todo un universo que albergaba millones de universos, algunos con manufactura comercial, otros de cosecha propia, todo ello yacía después en un obnubilado olvido, indispensable para no caer en las garras de la demencia. Aunque los onigramas dentro del éxtasis podían prolongarse durante décadas, incluso cientos de años, la percepción temporal dentro de los mismos era bien distinta: cada año (materno), podía equivaler a un sólo segundo percibido, todo dependía de la fantasía que se viviera.

0009

Azul se encontraba en la habitación, aquella habitación exquisitamente decorada al estilo de la República de Hollen: paredes cubiertas del negro pelaje de los duppos de las praderas; el mobiliario compuesto por conchas nacaradas de los moluscos gigantes de los mares septentrionales, sobre las conchas que hacían de mesa, licores fluorescentes contenidos por botellas de formas imposibles, en el centro de la sala, una cama aterciopelada era testigo presencial de la pasión desatada, el calor se podía cortar: dejó de lamer el clítoris de la joven que Azul tenía delante, la cual se debatía entre estertores sobre la cama con la postura de una parturienta, a cuatro patas soltó un gemido felino tras la última envestida sobre su trasero, proporcionada por el joven que la fornicaba con violencia por el ano. El sudor perlaba el cuerpo de los tres. El hombre, muy excitado y recto como una barra de acero, siguió embistiendo, más rápido, más fuerte. A Azul le saltaron lágrimas de placer y se hundió en la entrepierna de la chica. Súbitamente, tras el orgasmo de la joven que no dejaba de gemir, lanzó al hombre sobre la cama, cual muñeco, y lo montó. Sus poderosos senos bamboleaban al compás de sus nalgas con la cabalgata, embriagados por un superlativo mar de jadeos, una y otra vez, hasta el el joven comenzó a temblar, síntoma inequívoco de la eyaculación. En ese momento se abalanzó sobre su cuerpo y hundió su miembro hasta su garganta succionando el líquido del placer, lo feló después con ternura, dejando que algo del semen fluyera por la comisura de sus labios. Le dio un leve beso en el pene y se tumbó junto a él. La chica ya había desaparecido de la habitación, y a los pocos segundos, el muchacho se esfumó como la niebla cuando se alza el viento. Cuando se hubo relajado, la habitación también comenzó a desvanecerse, así como el semen de su boca y el sudor, dando lugar a una estancia blanca y vacía, una caja con el techo descubierto hacia los confines del onírico universo virtual. En el techo, un animal semejante a un gato gigantesco la miró, con la característica cara de impasibilidad de los felinos:
- Ahora ¿Escucharás a tu corazón? - dijo el animal sin moverse.
- Es posible, pero debo recordar lo que ha pasado – Azul ronroneó en celo.
- Creo que tienes trabajo pendiente, por la grieta pasó un niño.
- Por la grieta han pasado la sangre y el odio del almirante – se puso seria.
- ¿Ya sabes cual es su secreto?
- Su secreto es el amor, pero un amor que odia, no lo puede soportar, pero no tiene otro remedio, la ha visto varias veces. Tienen una habitación escondida dentro de ella – Azul disfrutaba con la naturaleza extraña del sueño virtual.
- Creía que era un hombre.
- Puede ser las dos cosas, de hecho lo son, y ninguna de ellas.
- Está viniendo, quiere conocer al niño que cruzó, aunque esperaba un monstruo – el felino gigante giró la cabeza, como para observar el infinito.
- ¿Eso lo has dicho tu o yo?
- Ambos somos la/el misma/o.
- Será mejor que nos preparemos, va a despertarnos.

0008

- No me gustan los desintegradores, preferiría haberlos interrogado.
- No sabían nada que no supiéramos, almirante, son cáscaras huecas, no tenían memoria, sólo sabían lo que necesitaban saber para llevar a cabo su misión: nuestra localización, obtenida por asaltar la inteligencia artificial de la estación con programas paradójicos, y el objetivo: nosotros. Pretendían matarnos con dardos de encimas ubicados bajo las uñas, hubieran convertido nuestra sangre en gelatina antes de tocar el suelo, aunque, por supuesto, no contaban con esa maravilla invisible que lleva: estructuras electrónicas nanométricas, como el casco de las naves ¿no? Seguro que sí. No sabían nada de la investigación, y tampoco recordaban la fuente de la orden, al menos no había nada en sus memorias. Lo demás es falso, muchos rastros de borraduras mentales, y un programa de recuerdos para evitar la psicosis amnésica, bastante viejo, por cierto.
- ¿Y perder la oportunidad de acabar con un miembro del Consejo? Es absurdo- se obligó a no pensar, al menos, cerca de ella, aunque no pudo evitar hacerse esa pregunta.
- Eso no estaba en sus mentes. Y comprendo lo que intenta no pens...
-¡Basta! dos cosas, preboste – he hizo hincapié en la palabra “preboste” - conmigo ha de utilizar la voz, es una orden. Y dos, le veré en Tesla. Ahora prepa...
- Lo sé, almirante.
Mikael salió del laboratorio, procuró concentrarse en lo que le rodeaba, anduvo por el pasillo en busca de las personas que vio en la zona de descanso, pensando en la exigua posibilidad de que hubieran dejado alguna pista que delatara su identidad. Se concentró, mientras caminaba, en los preparativos de la llegada de Azul al satélite a través del óptico. Comenzaba a extenuarse, sudaba copiosamente, en rigidez constante. Cuando llegó a la zona de descanso pidió un análisis de la zona, como era de esperar no dejaron ninguna prueba empírica que le permitiera saber la identidad de los agentes. Decidió ir al transbordador que le llevaría a Tesla. Miraba a la gente a su alrededor, celoso, un ejercicio de sospecha tras otro. Subió a la nave transporte, decidió anclarse y hacer el viaje de forma manual, puso especial cuidado en disfrutar del pilotaje, se distrajo en los mandos, recordando su niñez en los simuladores. Doscientos treinta años después ese recuerdo le producía una extraña sensación.

0007

- Concordias, doctora Cesio – saludó Hikka.
- Concordias, mi portavoz, almirante... - durante breves instantes se quedó mirando a Barrs, como esperando una respuesta. Este, con gesto contrariado, le borró la sonrisa del rostro con una mueca de desaprobación. Comenzamos con buen pie, una preboste independiente, asimilada e irritantemente maleducada en Tesla ¿En qué estará pensando el Consejo? Paciencia Mikael, paciencia.
- Mis disculpas, almirante, cuando una pasa tanto tiempo en el mundo virtual, se olvidan fácilmente los buenos modales – se excusó con acento de viajante galáctico.
- Les dejo solos – interrumpió Hikka – cuando terminen de... conocerse, irán a la estación BKO09, allí... recibirán nuevas instrucciones – y se fue sin esperar respuesta.
- Sí, mi portavoz – dijeron casi al unísono.
Se quedaron solos, Azul observaba a Mikael, lo hizo como si consiguiera parar el tiempo. Congeló la imagen que tenía delante, pero en realidad se trataba de otra cosa, sintió un escalofrío, fugaz, helado; bajo aquellos mares que la miraban intuyó la presencia de algo más. Era el tipo de entidad que guarecía una bestia enjaulada: en guardia, vigilando al horror, golpeándolo, venciéndolo, pero con el único resultado de su posterior alzamiento; más fuerte; más pavoroso. Recorrió todo el espectro de sus recuerdos, una ola de tristeza inundó cada rincón de su ser, sintió arrancarse la piel, quemarla, y luego comérsela entre lágrimas. Casi en el extremo de aquel abismo, muy oculto, tras capas y capas de razón, encontró un secreto inconfesable. Y yo que creía que no sería posible. Nunca conoció tanto miedo y tanto odio, como en los ojos de aquel hombre de titanio:
- Óptico – de la pared emergió una pequeña estantería, sobre ella, unas gafas oscuras, parecía que la pared fuera una cortina líquida.
- Y bien doctora Cesio, he sido informado de su incorporación a Tesla y he leído su expediente, y sí, leo; pero no hay nada sobre su investigación, debo entender que es alto secreto.
- Así es. E imagino que querrá saber de qué se trata – si la lectura de aquella mente le abrumó, no se notó en absoluto, la experiencia le enseñó cómo disimular las emociones.
- En efecto.
- De acuerdo, comencemos – Se giró, cerró los ojos y puso las manos sobre el banco flotante donde trabajaba. Una cascada virtualizada de datos apareció en el centro del laboratorio, cuando hubieron caído, se desplegaron los menús de la interfaz de la investigación, con el característico azul turquesa del modelo LOG v9.65. Azul se movía por la virtualización a la velocidad de la luz, comenzó a desplegar vídeos tridimensionales, con mejor definición que la propia realidad, que iban acompañadas de datos explicativos en lenguaje cromático, el cual, se percibía a través de programas telepáticos en los inyectables. Una forma de comunicación mucho más rápida que el uso de la voz o la escritura. Barrs, sabía leer cromático, pero estaba sudando tinta.
Los vídeos y los datos revelaban un estudio pormenorizado sobre la genética simbionte, además del desarrollo de una tecnología para evitar la Asimilación Simbiótica usando un filtro genético en los implantes. Barrs entendió el secreto de la investigación. Era una flagrante violación de los Dogmas Humanos, según el estudio se podrían realizar implantes simbiontes, tan populares en la zona Sínodo, pero evitando la mezcla genética que daba lugar a los híbridos posteriores. Lejos de buscar un punto débil en la especie simbionte, como imaginaba, lo que se postulaba era adaptarse a los asimiladores. Durante una fracción de segundo el almirante pensó en ejecutar a Azul allí mismo y destruir todo el trabajo, pero tenía órdenes, y el siempre cumplía sus órdenes. ¿Que querrá hacer el Consejo con esto?
- El Consejo quiere que se lleve la investigación dentro de Tesla, almirante, y no es el primero que intenta matarme por esto, de hecho, vienen más ahora, mire – proyectó Azul, pero el mensaje no fue trascrito al óptico, como era habitual, resonó en su mente. Barrs se humedeció los labios y tensó los músculos, el primer acto fue soñar despierto, como hacía cuando se escudaba de las actividades psíquicas. Decidió no pensar. Echó mano a su muslo derecho, donde tenía su pistola cinética, invisible al ojo humano. Azul se apartó a un lado con un giro felino, esquivó sin problemas el disparo.
- Eso no funciona conmigo, almirante, no se esfuerce, siento sus dos entidades, y lo único que consigue es producirme náuseas – aquello no fue lo que Barrs quería oír, fue por eso por lo que se relajó. Comprendió que hiciera lo que hiciera, aquella mujer lo sabría antes de enviarle a sus músculos la orden de movimiento.
Una virtualización mostraba dos individuos desnudos, los que fornicaban horas antes con la mujer en la zona de descanso.
- Su presencia aquí con la portavoz no ha pasado por alto. Ella está a salvo, muy lejos de aquí, es una suerte que sea tan lento leyendo, aunque fue una suerte innecesaria.
- Agentes del Sínodo. Así que es telépata, mas allá del inyectable... interesante ¿por qué no me ha avis...? - ¿...ado antes? Porque he sellado el laboratorio, no se preocupe, cuando intenten crear una puerta será su fin. ¿Cómo cree que he sobrevivido tanto tiempo? Ahora, deje de apuntarme, no soy su enemiga – A Barrs le irritaba de sobremanera que completaran sus frases. No obstante le gustó el talante sosegado de la doctora, aquella mujer era valiente y eficaz, cualidades indispensables para formar parte de Tesla, se esforzó en pensar aquello. Inexplicablemente, le caía mejor, pero seguía siendo impura, hereje, y para colmo, mutante. Enfundó el arma.
Vieron cómo los sicarios se aproximaban por el pasillo, uno de ellos posó la mano sobre la pared, cerró los ojos y se concentró. Décimas de segundo después, de la pared emergió una esfera blanca del tamaño de una cabeza humana. Antes de que los dos individuos pudieran reaccionar, la bola emitió un flash, la esfera y los dos individuos desaparecieron.

0006

Barrs esperó, inmóvil, su mente trabajaba sin cesar, conjeturaba sobre las posibilidades de aquello. Comprobó minuciosamente el estado de todos los sensores de Tesla, así como el de las sondas subespaciales, nada indicaba que hubieran fallado. Tras unas horas decidió que ya era suficiente, era el momento de tener una charla con el personal científico. Dejó el modo manual y concedió a Tesla plena autonomía, los pilotos dejaron la sala para dirigirse a las cámaras de éxtasis. Podría sacarlos del mundo virtual después.
Mikael Barrs salió de la sala de pilotos, nada más cruzar la cuadrada oquedad de la pared, su traje se convirtió en líquido, vertiéndose por su cuerpo y siendo absorbido por el suelo, dejando a Barrs completamente desnudo, salvo las gafas. Esta era la indumentaria habitual dentro de Tesla, nada. La temperatura constante de unos veinticinco grados Celsius, y el hecho de que el interior de Tesla pudiera considerarse el lugar más limpio del universo, hacían innecesaria la utilización de ropa, a excepción de los trajes de pilotaje y los de mantenimiento, los cuales iban provistos de dispositivos que facilitaban la interacción con la omnipresente nanobótica. Anduvo por el diáfano pasillo, un pasillo que creaba el satélite mientras avanzaba. Una linea verde en el suelo le indicaba el camino trazado hacia los laboratorios de la estación. Tendría una conversación con la doctora Azul Cesio, la cual, se encontraba en éxtasis como era habitual en situación de combate. Ordenó su comparecencia en el laboratorio. Recordó su incorporación en Tesla, hará doscientos treinta años maternos, en la estación naval GG7803, estrella Ubb Trau 009, en el extremo del brazo de Persheub. Sólo hacía setenta y siete años que Barrs era almirante del satélite militar. Fue conducido hacia el laboratorio de la estación, acompañado de Luar Hikka, en persona.
- Ha de saber, que en esta parte de la galaxia el Culto no está tan avecinado como nos gustaría, pero comparten nuestra visión sobre la humanidad – susurró la portavoz con gesto lánguido mientras paseaban por los pulidos pasillos de GG7803 – es necesaria la captación de nuevos adeptos... y aliados. Aún existe cierta permisividad con los implantes, siempre y cuando, sea... por razones de supervivencia – ambos formaban la pareja más extraña de la estación. Barrs: un hombre entrenado hasta el extremo, piel atezada, y una musculatura de carácter mítico. E Hikka: cadavérica, con la piel casi transparente, alta como un árbol, y de movimientos arácnidos; visiblemente mayor que Barrs.
- Pero no ha de preocuparse por la Asimilación, todos son de manufactura humana – continuó Hikka con voz sibilante, Barrs no disimulaba su disensión.
- He de presuponer resistencia.
- Los Dogmas son inquebrantables, es un hecho... que ellos saben. Pero para poder hacer amigos, es necesaria cierta... diplomacia. La doctora Cesio sabe con quién se involucra, y nosotros sabemos quién es. Está implantada, por si no lo sabía ya, digamos que... tuvo un accidente – A Barrs se le torció el gesto, absolutamente toda su tripulación, hasta entonces, poseía la pureza indispensable para entrar bajo su mando.
- Ah, y... un pequeño detalle, ella es independiente, como preboste científica, posee la misma graduación que usted... almirante – permaneció en silencio – es una mera formalidad diplomática – Luar se paró durante un instante, Barrs se detuvo y la miró a los ojos.
- Si les hacemos creer que tienen digamos... cierto control, serán más afines a nuestra causa, pero... por supuesto, la última palabra al respecto la tendremos nosotros, no tema – Míralo, es todo poder, fuerza, ímpetu, eres... lo que necesitamos, lo que necesito – Sus ojos grises escudriñaban cada milímetro de la escultura humana que tenía delante.
- Sea paciente... almirante.
- Sí, mi portavoz.
Se pusieron en marcha de nuevo, pasaron cerca de una zona de descanso donde tres hombres y dos mujeres, tan desnudos como ellos, se deleitaban en orgiástica actividad. Una pareja, de pié cerca de un muro friccionaba sin cesar, los otros hombres copulaban anal y vaginalmente con la segunda mujer, sus jadeos se mezclaban con el murmullo de la estación. Los vieron pasar y sonrieron. Luar les devolvió el saludo con arácnida sonrisa.
- Como puede comprobar, no están tan lejos de nosotros – al final del paseo, cruzaron bajo un umbral creado en la pared. El laboratorio de biología era una sala inmensa, provista de ventanucos ovalados en las paredes, a través de ellos, toda una suerte de seres inimaginables flotaban en líquido transparente, presumiblemente muertos. Aparte, repartidas por toda la estancia, levitaban consolas de trabajo. La mujer estaba con las manos puestas sobre una de aquellas consolas en el fondo, sola en la sala, de espaldas a la pareja. Hikka y Barrs fueron a su encuentro. No recorrieron dos pasos cuando Azul se giró y les dedicó una radiante sonrisa. Era una mujer menuda de unos treinta, poco más de metro sesenta, voluptuosa y algo rolliza, tenía el rostro redondo y el cabello tan negro como su piel, labios carnosos y unos dientes que parecían brillar con luz propia, siguió con la mirada a los que se acercaban, sin prisa.

0005

- Iniciando escaneo – dijo Tesla. A los pocos segundos, la información fluyó como una cortina de símbolos en el centro de la sala, sólo visible por Barrs. Lo suponía, ahora enséñame tu verdadera cara, parásito.
- Tesla, inicia control manual; pilotos, vuelvan a base y permanezcan a la espera – dijo Barrs mientras comenzaba a levitar en el centro de la sala. En la virtualización apareció un dodecaedro en líneas vectoriales que representaba a Tesla, desplegando a su vez racimos de menús con toda la información útil sobre el satélite. La sala y todo su contenido, otrora opaco, se volvieron transparentes, dando la impresión de que Barrs flotaba en medio del espacio, sólo rodeado por las interfaces. De todos los vértices del dodecaedro virtual salieron líneas rojas que se unieron a su cuerpo. Ahora estaba anclado a Tesla, cada movimiento suyo, lo haría el satélite. Vio como todos los cazas entraron el los hangares y se colocaron nuevamente en posición de lanzamiento.
- Inicio control por codificación telepática – en la virtualización de Barrs se desplegó la interfaz de los pilotos: ahora ellos, él y Tesla eran un único ente. Una mente colectiva con un cuerpo de cien kilómetros. Una máquina de matar perfecta controlada a través del cuerpo y los deseos de Barrs, cual titiritero bélico. Permaneció inmóvil, flotando, en un silencio sólo comparable al del vacío del espacio. La tensión era tan densa que a los pilotos les costaba respirar. Sin embargo, él disfrutaba con aquella espera, el momento culminante antes de la lucha. Todo lo que representaba se resumía en esos segundos, control de pliegue: preparado. Giró sobre si mismo y el dodecaedro con él, miró la grieta: una fractura de la realidad compuesta por fractales cambiantes cuya forma se repetía y se extendía, como ríos a vista de pájaro. Puertas hacia los confines del espacio. Escudos cinéticos: a la espera. El satélite Tesla carecía de propulsión, exceptuando la competencia de rotación sobre cualquier eje vectorial, no la necesitaba, poseía una capacidad de pliegue ilimitada, ya que se cargaba de energía orbitando alrededor de cualquier estrella. Escudos energéticos: a la espera. Se permitió recitar los dogmas, para si, como siempre hacía en la víspera de un encuentro: Dogma Primero: tu cuerpo y tu mente son tú: son lo que eres, son lo que serás, no tienes nada; cañones de vacío: cargados. Dogma Segundo: tu cuerpo y tu mente son tú: nunca serán mancillados por el exterior; gravedad interna: estado de alerta. Dogma Tercero: tu cuerpo y tu mente son tú: vive tu existencia con plenitud, defiende tu naturaleza; campo de éxtasis: a la espera. Dogma Cuarto: tu mente y tu cuerpo son tú: haz de la historia tu baluarte, la humanidad prevalecerá; sistema defensivo automático: activado. Aquel era el índice de su vida, y el de muchas otras, desde la aparición de los simbiontes. Recibió una señal telepática de Tesla: detectado objeto a través de la grieta S4356, se humedeció los labios. Mikael Barrs dividió su mente en dos, un ejercicio que entrenaba desde su pubertad, por una parte estaba su mente en comunión con Tesla, pilotos, la táctica, y la ejecución; y por la otra sueños, retazos de recuerdos, e información inconexa. Era un ejercicio defensivo, una de las formas existentes para protegerse de la monitorización telepática, los programas cortafuegos en los inyectables eran de uso obligado, así como el aprendizaje de la habilidad si se carecía de uno. Barrs usaba ópticos en forma de gafas oscuras, soñaba despierto, literalmente.
Vamos, el placer se convirtió en impaciencia, vamos parásito, has cruzado ya. Su mente repasó todos los datos procedentes de la grieta: nada. Has pasado la grieta, lo sé, te he visto en el subespacio, no has podido volver sin una reentrada, estás aquí, conmigo, escondido, muy bien escondido. Silencio, oscuridad y escombros desperdigándose allí donde hubo una lucha entre el satélite Tesla y naves vacías del Sínodo. Barrs vio cómo los restos del convoy plegaban, desapareciendo tanto de la virtualización como de la realidad. Puedo verte de otra forma. Abrió los brazos y las manos, como un director de orquesta al final de la sinfonía de su vida, y se desplegaron todos los cazas, un enjambre de octaedros regulares que dejaban estelas luminosas azul pálido. Por un momento pareció que a Tesla le salieron alas. Barrs movió sus brazos hacia adelante, como haciendo batir aquel banco de octaedros, convirtiéndose en un tornado sideral con la dirección que Barrs indicaba. Se echó hacia atrás, dió una vuelta sobre si mismo, Tesla giró, volvió a abrir los brazos, comenzó la danza, otros dos abanicos, esta vez en la dirección contraria. Barrs flexionó los brazos, estiró las piernas, e hizo como si agarrara algo en el aire, en el espacio; los cazas se convirtieron en una nube: cada vez que Barrs abría las manos, la nube de cazas se expandía, cada vez que las cerraba, al revés. Alguno te tocará, y entonces serás mío. Navegó por las interfaces, tan rápido como su mente pudo, no necesitaba leer la información, el modo manual mandaba directamente los datos al cerebro. Violación del casco: 0%; actividad computacional: 0%; actividad psíquica: 0%; actividad energética: 0%; detecciones a través de la grieta: 1; ¡Una, dogma infinito, una! A qué esperas parásito. Se abrazó a si mismo y los cazas volvieron a los hangares, a la espera. La idea de hacer chocar cazas a un supuesto casco invisible no funcionó. Simplemente, allí no cruzó nada. Paciencia, aparecerás. Relajó los brazos y las piernas, escudriñó centímetro a centímetro la zona, ni rastro, nadie. El convoy no era más que un señuelo para saber cuánto de nuestra flota ha permanecido en la grieta, tras el pliegue informarán de nuestra presencia, eso entra dentro del plan. La lectura de las sondas es correcta, así como los datos de Tesla, en eso no hay error, pero... ¿Qué es detectable por una sonda y no por nuestros sensores? ¿Algo extremadamente pequeño? Las sondas detectan cualquier objeto en camino a través de la grieta, allí el camuflaje no es posible, y el camino es sólo de ida, si hubiese vuelto a entrar, también habría sido detectado. Nada indica que hayan entrado en Tesla, es posible franquear los escudos, pero cualquier intromisión en el casco se sabría de inmediato. No, debe ser otra cosa, pero qué.

0004

Cumplió con sus órdenes, en esta misión debía hacerse cargo personalmente, nada podía quedarse al azar, escogió a los mejores pilotos y se dispuso a entrar en lo que, seguro, era una trampa. El sector de S4356 es estimable, pero no tanto como para compensar la probable pérdida de Tesla. La entrada de los simbiontes en la guerra es un duro revés a favor del Sínodo. Recordó las primeras datomemorias de historia humana referentes a los simbiontes, cuando era niño, en el centro militar de Thadaos, SP7230071 Minera Cenurus, datomemorias que impartía Jigs' Tu, destacado e incorruptible preboste del Culto Dogmático: El primer contacto con los simbiontes se produjo en Madre, nuestro planeta natal, un mundo rico y próspero que, pese a las vicisitudes, se logró salvar de los antiguos capitalismos. Los científicos maternos constataron que habíamos coexistido con los simbiontes desde hacía miles de años, pero sólo fue hasta mediados del 1356 P. G. (Primera Grieta), cuando logramos establecer comunicación. Durante los dos mil años maternos posteriores ambas especies vivieron en paz. Pero vino lo que se denominó Asimilación Simbiótica: un dañino proceso cuyo objetivo es la extinción de la humanidad a través de la mezcla genética y de la invasión del cuerpo con implantes orgánicos. Destruyendo la tan lograda Concordia Humanitaria de nuestros ilustres antepasados. Fue entonces (3754 P. G.) cuando se fundó el Culto Dogmático y su brazo ejecutor: La Corporación Purificadora Humana, destinados a salvaguardar a la humanidad del exterminio total. Lamentablemente, gran parte de la población ya había caído en el pernicioso influjo de la Asimilación, se unieron y formaron el Sínodo, dando lugar al cruento Conflicto por la Especie. No os dejéis engañar, el Sínodo ya no es humano, que no os tiemble la mano cuando caiga sobre el enemigo, pensad en vuestro futuro, en el futuro de nuestra naturaleza, la humanidad prevalecerá.
- La humanidad prevalecerá – coreó desde el recuerdo como el resto de los pupilos del Catedrata de Thadaos. Desde pequeño siempre quiso ser un héroe, el cruzado que llevaría a la humanidad hacia la grandeza. Batallaría sin descanso a todos los monstruos que pretendieran destruir su mundo, su especie. Cuando hubo crecido lo consiguió, participando en el exterminio de una civilización entera, borrándola de la historia y desconectando todo atisbo de su existencia para el resto del universo. En aquel momento aprendió que no existían monstruos peores que los que habitaban en su interior. Y siempre estaría preparado para ellos.

0003

Las órdenes de Barrs eran sencillas: estado de vigilancia en la grieta de S4356, a su llegada se procederá a la retirada de los efectivos existentes, ningún artefacto y/o ente no corporativo debe entrar o salir. Las recibió en sus estancias personales, un mensaje protegido que le llegó directamente del Consejo Dogmático, cuando se encontraba en la grieta de DF9901, casi en el otro extremo de la galaxia, tan cerca y a la vez tan lejos. El dominio de las grietas significaba el control de la zona que las rodeaba: rutas comerciales, posibles planetas para colonizar, campos de asteroides para minería. Zonas estratégicas vitales para una hegemonía galáctica, la hegemonía de la CPH. Así pues, Tesla: el dodecaedro militar, se quedó orbitando S4356, junto a la grieta, acechando cual depredador, con sus superficies espejadas y el sistema de camuflaje activado, el mejor que la humanidad fabricó en toda su historia. Barrs auguraba resistencia, en aquel sector existían mundos que dependían del tráfico interestelar. Eso les convertía en el blanco de todas las hostilidades. Un peligro innecesario que debía asumir, porque el objetivo de aquel estrangulamiento era otro, como supo después con la conversación que mantuvo con el Consejo Dogmático a través de las sondas subespaciales:
- ¡Por los dogmas! Sin apoyo es una misión suicida – gritó Barrs a través del canal subespacial – como saben, los parásitos han entrado en la guerra, y las últimas generaciones ya pueden vernos – no tenía miedo, simplemente le parecía estúpido.
- Razón de más para que sea Tesla la que controle la grieta, más naves serían detectables, blancos fáciles... si Tesla está en medio de una contienda – dijo Luar Hikka, portavoz del Consejo, una mujer de facciones estiradas y ojos almendrados que se intuía tan delgada como el hilo de su voz – no sólo se pretende el control de la grieta, sino monitorizar la posible lucha, necesitamos esos datos – su voz era tan tenue como su expresividad. Barrs odiaba a aquella mujer.
- Exponen el mejor satélite de la flota corporativa por un simple experimento – se humedeció los labios y se ajustó el ordenador óptico con el dedo índice, hubo un leve silencio.- No se trata de un simple experimento, no podremos evaluar hasta qué punto están involucrados en el conflicto – se acercó más a la cámara – como tampoco podremos evaluar... cual es el verdadero alcance de su poder bélico, hasta que no nos expongamos a una reyerta.
- Diez millones de buenos seres humanos, puros, profesionales, mi tripulación...
- Sabe lo que sucederá... si no lo hace, conoce perfectamente la Asimilación, diez millones frente a trillones, no son nada – hizo una pausa y esbozó una sonrisa que parecía de piedra – además... confiamos plenamente en usted... almirante ¿supongo que no querrá exponerse... a una mancha en su inmaculado expediente? – Barrs no conoció tanta ira como en aquél momento.
- La Asimilación es para los herejes del Sínodo, esto es diferente – la musculatura del almirante se tensó - mi tripulación y yo somos prescindibles, eso no lo discuto, pero Tesla no, la Corporación no puede permitirse una pérdida semejante, estamos desarrollando...
- Estamos al tanto de sus investigaciones, almirante – le interrumpió Hikka - y ya tiene sus órdenes, no se exponga a cargos por insubordinación, usted es valioso, pero como ha dicho antes, prescindible.
El canal se cerró de inmediato, Barrs estrelló su ordenador óptico contra la pared, imbéciles, podrían usar cualquier nave como señuelo, a menos que …

0002

- Tesla, inicia protocolo evasivo, mantener los cazas en giro constante, y carga los cañones de vacío, objetivo: cruceros de retaguardia – dijo Barrs sin mirar a nadie.
- La previsión es de pérdidas del cuarenta y cinco punto trescientos veintitrés por ciento, almirante, daño estimado enemigo ochenta y cuatro por ciento. Iniciando – Resonó la femenina voz de la nave Tesla por toda la estancia.
A unos quinientos kilómetros de allí, cerca de la luna de MV 770, planeta deshabitado que orbitaba la estrella S4356, acontecía la batalla, aunque más bien era una masacre silenciosa. Los cazas de la CPH se arremolinaban como avispas furiosas alrededor de las naves del Sínodo, veinte cargueros custodiados por cinco cruceros de dos kilómetros de fuselaje, dos en vanguardia y tres en retaguardia. Todos sus drones defensivos estaban enzarzados en la batalla, los cuales, formaban una serpiente de metal, que se enroscaba alrededor del destacamento, disparando sus rayos de plasma eléctrico, y reduciendo a polvo cada caza que se ponía a tiro. Los cañones de fuselaje de los cruceros rendían a plena potencia, escupiendo proyectiles cinéticos de gran calibre. Los cazas de la CPH atacaban y volvían a la formación dejando tras de si estelas azul pálido. En pequeñas escaramuzas con forma de flecha, reducían paulatinamente el nivel de escudo del convoy Sínodo. La táctica evasiva era mucho más lenta en alcanzar daños importantes, pero minimizaba las pérdidas.
Los escombros flotaban en la inmensidad del espacio, desperdigándose como fuegos artificiales a cámara lenta. A través de ellos, dos esferas gigantescas de pura energía llegaron desde la posición de Tesla, al arribar al campo de acción de los cruceros: implosionaron; produciendo sendos agujeros negros que empezaron a engullirlo todo, inexorables, con una avidez extrema: amigos, enemigos, restos, y corrientes lumínicas. Dos de los cruceros fueron alcanzados de pleno provocando las respectivas oquedades en lo que antes fuera el fuselaje, y tragándose el resto en un remolino que los hacía parecer de arena. El tercero quedó atrapado por la gravedad de los vórtices. La curvatura de la realidad deformaba la luz, evitando que el plasma de los drones hiciera blanco en los cazas no devorados por la vorágine gravitacional. Los cargueros del Sínodo comenzaron la huida, virando en sentidos opuestos sobre el eje longitudinal. Los cruceros de vanguardia rompieron la formación para escoltar a los dos grupos de cargueros.
Van a separarse, intentarán hacer dos pliegues distintos para huir, eso bajará los escudos, necesitan energía para plegar, pensó Barrs, su plan estaba funcionando.
- Tesla, escaneo completo cuando bajen sus escudos, quiero saber qué transportan- si es que transportan algo, ordenó sin parpadear. A través de su ordenador óptico vio la devastación provocada por los cañones de vacío. Observó cómo la gravedad de los vórtices hacía su trabajo, saboreó el momento, le gustaba la guerra. Estudió minuciosamente cada detalle, en su mente, ecuaciones sobre el coste material de la lucha y sus compensaciones. Una presa demasiado fácil, sólo una distracción para asegurarse de nuestra presencia.

miércoles, 20 de febrero de 2013

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Año materno 27564, Sala de pilotos, Satélite militar Tesla de la Corporación Purificadora Humana, grieta de la estrella S4356.


- Piloto BOR 10-96, está descuidando el eje Z, perdiendo cuarenta y cinco cazas, ha excedido su presupuesto – en el centro, la voz del almirante Mikael Barrs, de la flota corporativa, reverberó en todos los rincones de la sala de pilotos, un cubo perfecto de veintisiete millones de metros cúbicos con paredes pulidas. Lo único no negro brillante era la piel visible de la tripulación: cabeza y manos. En hileras equidistantes en distancia y altura, las mesas de pilotaje, lisas como la línea del horizonte estival, flotaban inmóviles frente a los pilotos. La luz también era negra, resaltando la piel de los pilotos sobre la oscuridad de la sala.
- Lo siento señor, la maniobra At 340 Y 62 me ha dejado fuera de alcance, han mejorado la propulsión de los ejes X - fue el mensaje de codificación telepática del piloto, sin levantar las manos de la mesa, sin abrir los ojos, y sin mover ni un sólo milímetro de su cuerpo: una estatua vestida un con mono negro ajustado de un material parecido al caucho. El mensaje fue transcrito al decodificador ubicado en las gafas oscuras de Barrs, su ordenador óptico, los ordenadores inyectables le daban dolores de cabeza. Por otra parte, odiaba mancillar su cuerpo con cualquier tipo de tecnología, orgánica y/o inorgánica. Mikael Barrs era ineludiblemente humano, nacido de padre y madre, en el planeta SP7230071 (Minera Cenurus) en Próxima Cenuro, la capital de la CPH. Tenía los ojos verde oscuro y las facciones gráciles, parecía más joven de lo que era en realidad. Vivió y creció en el ambiente militar, siguiendo a rajatabla los Dogmas Humanos desde la niñez, ergo, despreciaba cualquier invasión en su cuerpo, y en cualquier cuerpo: ni implantes ni trasplantes. Como debía ser.
- ¡Dogma infinito! Piloto GUR 34-60 y piloto YAF 78-10 tomen control del enjambre de BOR 10-96. Agente ZAA 55-12, arreste al piloto BOR 10-96 por exceso de presupuesto e insubordinación. - el agente ZAA, una mujer imberbe como los demás, sin mediar palabra, dejó su puesto junto al almirante y se dirigió hacia BOR, en la esquina inferior del cubo. BOR apartó las manos de la mesa y se quedó inmóvil hasta que ZAA llegó a su lado. Apareció una apertura cuadrada en la pared posterior. BOR delante y ZAA detrás se dirigieron en perfecta sincronía cinética hacia la apertura, el eco de sus pasos se escuchaba en toda la sala. La apertura desapareció cuando hombre y mujer pasaron bajo el umbral.
- Cualquier ineficiencia en combate llevará consigo un cargo por insubordinación – dijo con desprecio. Aquello no era nuevo para los pilotos más veteranos en Tesla. Mikael Barrs era más temido que admirado por la tripulación, y un auténtico némesis para sus enemigos. Maniobra At 340 Y 62, interesante, una idea cruzó su mente mientras premeditaba sobre la virtualización de la batalla, a través de su ordenador óptico. La virtualización representaba el espacio existente entre Tesla y las naves del Sínodo, a modo de cámara omnisciente. La inmejorable figuración del espacio iba acompañada de multitud de datos sobre el estado de las naves y sus trayectorias, representadas por líneas y símbolos color turquesa que desplegaban, a su vez, interfaces que controlaban los pormenores de la contienda.